Mientras más enseño y soy coach de Scrum, más estoy convencido que el tablero (o scrumboard) es el corazón de Scrum. Sin este tablero no hay un centro, no hay foco, no hay un punto de encuentro. El tablero, cuando se comprende verdaderamente, se convierte en el hogar espiritual del equipo, como una iglesia si les parece. Los miembros del equipo se juntan alrededor del tablero para discutir, innovar, alinearse con los demás, corregir el curso de acción, aprender, celebrar.
El tablero genera colaboración. Es visual, es tangible, es grande (mucho, mucho más grande que una pantalla de computadora). Es un marcador grande y visible de nuestro progreso y personalidad. Proclama quiénes somos como equipo. Es nuestra identidad. El tablero dice la verdad, y exclama un mensaje: no tenemos miedo.
A menudo se describe al tabler como el "radiador de agua" de un nuevo paradigma. Este paralelo, aunque tiene una buena intención, en realidad no ayuda. Si, el tablero es un lugar para reunirse, para hablar. No, el tablero no es un lugar para quejarse, para chusmear, para descargarse. El tablero es el lugar para regenerarnos, para reconectarnos, para tomar aire. Representa nuestra carrera hacia un lugar, y no un escape.
Scrum es la antítesis de la mentalidad corporativa del cubículo "dívide-y-conquista". No necesitamos mesas de ping-pong o videojuegos para tranquilizarnos, para crear un balance artificial en la vida del trabajo. No necesitamos divertirnos para dejar de pensar en el trabajo. El trabajo es divertido. No necesitamos momentos para descargarnos y recreos para fumar cigarrillos para ejercitar nuestra necesidad humana y profundad de conversación, de interacción. En Scrum vivimos de esta manera. Todo el día, todos los días.
Scrum no trata sobre las capacidades de las personas. Scrum no es sobre "mi" sino sobre "nosotros". Se trata de compartir, aprender, mejorar continuamente, interacciones profundas, colaboración apasionada y crecimiento personal. Scrum trata sobre tribus, sobre crear comunidades. Cada miembro de la tribu necesita una sensación de pertenencia, una búsqueda personal. Las tribus completas necesitan puntos de encuentro, objetos sagrados, foco y pulso. Scrum apoya y permite esta forma de vivir. El tablero, y el ambiente emergente, brindan la fuerza vital básica de donde nacen estas cosas.
Para vivir, para vivir verdaderamente, Scrum necesita un corazón. El tablero es el corazón de Scrum. Sin el tablero, Scrum se ve y se siente insípido. Es débil, delgado. Pierde foco, y sin un agente externo (como un coach, un líder) que siga inyectándole vida, el esfuerzo se disolverá rápidamente para volver al proceso disfuncional que se quería reemplazar. Sin un corazón, Scrum no tiene poder.
Uno de los mejores servicios que un Scrum Master puede dar para su equipo y para la organización es crear transparencia. La transparencia nos permite ver fallas, y cuando vemos fallas podemos tomar la decisión de hacer algo con ellas. Podemos dejar de ser víctimas del proceso y comenzar a ser guerreros del cambio.
El blog Visual Management de Xavier Quesada Allue ofrece muchas sugerencias sobre cómo usar el tablero de Scrum para lograr transparencia. El trabajo de Xavier en esta área lleva al tablero de ser una herramienta útil a convertirse en un objeto de belleza e inspiración. Y como yo lo veo, ese el el lugar que se merece el tablero de Scrum. El corazón late con amor.