¿Qué tiene el humor que nos hace la vida más fácil? ¿Por qué algo puede ser cómico un día, y no serlo el siguiente? ¿Cuál es la conexión entre el humor y la salud? Y más importante aún, ¿cuán buenos somos para darnos cuenta de las cosas de las que vale la pena reírse?
El trabajo es el lugar donde nos han enseñado a confiar en nuestras "cabezas", nuestros intelectos; nuestra capacidad de pensar las cosas a través de la razón.
A menudo, para que hagamos esto con éxito, tenemos que dejar de lado lo que está pasando dentro de nuestros cuerpos, cómo estamos sintiéndonos; lo que nuestros instintos están diciéndonos. O sea, tenemos que salir de ese nudo en la garganta, de ese cosquilleo en el estómago, de ese latido en el pecho, o de ese zumbido en las orejas... Debemos aprender a separarnos del cuerpo y enfocar toda nuestra atención en el proceso del intelecto. Arrojando lejos la información que el cuerpo lleva, podremos hacer elecciones lógicas y racionales, basadas en nuestro análisis. Recordando siempre, que el análisis es el camino hacia una vida efectiva! Al menos, esto es lo que nos han enseñado...
Pero hoy, con los avances de la ciencia, las cosas están cambiando muy rápidamente. Hoy sabemos que la tierra gira, oscila y que los continentes se desplazan y chocan. Estas cosas, que por tanto tiempo se consideraron "sólidas" y estructuraron nuestra realidad, empiezan a desplomarse con cada descubrimiento. Como consecuencia de estos nuevos conocimientos, estamos abandonando una perspectiva puramente "tradicional" para aventurarnos en una visión del mundo diferente.Un momento... ¿qué tiene que ver todo esto con el trabajo? ¿Y con el humor? ¡Mucho!
Todo esto tiene relación con quienes somos como seres humanos; cómo procesamos la información y tomamos decisiones; cómo trabaja nuestro sistema nervioso central y cómo, en un abrir y cerrar de ojos, nuestros cuerpos mueven enormes cantidades de información que dan como resultado nuestra visión, nuestra intuición, o nuestra sensación de certeza acerca de algo. Entender esto, es entender cómo los seres humanos experimentan y se expresan. Y, dado que el trabajo no es otra cosa que seres humanos que interactúan entre sí, quitarnos ese "filtro" a través del cual vemos esta experiencia, podría significar la diferencia entre estar vivo, o ser un "zombie" en nuestro lugar de trabajo.
Esto, por supuesto, incluye al humor. ¿Qué es lo que lleva a una persona a reírse sin parar, a otra a fastidiarse, y a una tercera a permanecer indiferente? ¿Qué determina si debemos reírnos o llorar? Seguramente no es nuestro intelecto. Cada vez que intentamos explicar un chiste a alguien, sólo obtenemos que se pregunte de qué diablos nos reímos...
El humor sucede (o no) en el cuerpo. Cuando la risa parte desde su barriga, a través de su garganta y trae con ella el sonido que distiende su reunión laboral... ¿qué es lo que está sucediendo dentro suyo? Piense en la última vez que rió hasta las lágrimas. ¿Recuerda cómo sintió su cuerpo? ¿Recuerda cómo se tensaron sus músculos y cambiaron la postura de su cuerpo? ¡No hay nada de intelectual en una carcajada!
Los ambientes de trabajo se han vuelto lugares que ya no son muy seguros para las personas que trabajan en ellos. Sobre todo porque continuamos creando sistemas organizacionales que se construyen bajo el modelo padre-hijo. A menudo, nos encontramos formando relaciones laborales que tienen algo "muy familiar". El jefe me recuerda a mamá o a papá, o la presencia de cualquier tipo de autoridad trae reminiscencias de otro tiempo y lugar. Y nuestros cuerpos responden...
El humor está ausente de la cadena de mando. Esto no es nada nuevo. La mayoría de nosotros creció en ambientes donde padres y maestros no utilizaban demasiado el humor, a la hora de imponer las reglas que definirían en quienes nos convertiríamos. Dado que estos sistemas nos formaron... ¿por qué habría de ser diferente en el trabajo? Después de todo, es allí donde todos nosotros vamos a demostrar todo lo que aprendimos en casa y en la escuela.
Dado que continuamos estructurando organizaciones que confían en el modelo padre-niño, la natural preocupación es aquella referida a la noción de "control". En el sistema familiar, los padres están a cargo y los niños no. En el trabajo, el jefe está a cargo y el empleado no. Si el empleado cuestiona la visión del jefe, o la dirección que toma la empresa, es como los niños cuando desafían el derecho a controlar de los padres... Es cómico, porque en el modelo familiar de hoy, este tipo de interacción también está derrumbándose. Los niños crecen y, frecuentemente, están mejor educados e informados que los padres. Si no hacemos un esfuerzo consciente para elegir algo diferente, nuestra respuesta habitual será repetir lo que ya sabemos...
Si queremos crear ambientes de trabajo que apoyen y sostengan la "vida", debemos empezar por reconocer que nuestros cuerpos son una parte esencial. El humor, está por todo su cuerpo. Si usted desea saber si su ambiente apoya (o no) la vida, comience por prestar atención al tipo de humor - o a la falta de él - que reina en su lugar de trabajo. Las cosas, ¿son fáciles y ligeras... o el humor es sombrío y a menudo dirigido sobre alguien o algo? ¿Es un humor cínico? Si las personas experimentan este tipo de humor, existen altas probabilidades de que sus cuerpos también estén sintiendo el estrés que le acompaña: dureza, necesidad de atacar y/o protegerse. Es muy difícil poder fomentar la creatividad y la innovación, en ambientes así.
¿Y no es acaso la creatividad y la innovación lo que decimos siempre que queremos? ¿No son ellas, el camino hacia una mayor productividad? Después de todo, la creatividad significa hacer existir algo que antes no existía. Y eso no se encuentra en las reglas... ellas ya existían!
Sabemos que la creatividad y la innovación no son manejadas por un proceso intelectual. No son lineales y estructuradas; sino que se mueven en estallidos y olas, no muy diferente a la manera en que se mueve la risa través del cuerpo. Para que el humor esté presente en el lugar de trabajo, tiene que existir allí una sensación de seguridad y aceptación: saber que es correcto decir lo que se piensa; contradecir el status-quo; cuestionar el dogma y desafiar las reglas; y que no se trata de un problema con la autoridad, sino que se trata de crear y contribuir para ser diferentes e innovadores.
El humor es el eslabón perdido de la cadena de mando o jerarquía. Recuperar el humor en nuestros lugares de trabajo, significa volver a ponerlo en nuestras vidas personales también. Volver a llevar al trabajo la capacidad para reírse y relajarse, requerirá que abandonemos nuestra intensa necesidad de previsibilidad y control, para dejar paso a la incertidumbre que precede a nuestros mayores descubrimientos. Como Ilya Prigogine dijo una vez: "El futuro es incierto... pero esa incertidumbre está en el corazón mismo de la creatividad humana."
Si desea crear ambientes de trabajo que apoyen y sostengan la vida, comience por saber qué está pasando dentro suyo. ¿Qué le provoca risa? ¿O qué le impide reírse? Preste atención a su propio cuerpo; cuando frunce el ceño o su estómago sufre. Preste atención a cuando contiene su respiración y se le anuda la garganta. Y preste especial atención a las cosas y/o personas que le incomodan al trabajar y roban su capacidad de franqueza, bienestar, creatividad y humor.