No se trata de que mi jefe haya pasado a mejor vida (aunque a veces le desearía una muerte lenta), sino de que he llegado a la conclusión de que los jefes son una especie en extinción por la que ninguna ONG se ha preocupado todavía. ¿Será porque se lo merecen? Hace algunas semanas tuve la suerte de colarme en la presentación de Jack Welch (ex-CEO de General Electric y gurú de estas cosas de la gestión) celebrada en Madrid. Su charla trataba del liderazgo o de "cómo hacer que las personas muevan el culo por la empresa y encima disfruten con ello" (ojo que esta definición es mía)...
Durante la sesión, que estuvo amenizada por las inteligentes preguntas de Amparo Moraleda (presidenta de IBM en España), el señor Welch soltó algunas perlas de conocimiento para un público de más de cerca de mil admiradores entregados, entre los que se encontraba, atónita, una servidora.
Mr. Welch vino a decir lo siguiente: el buen líder es aquel que tiene la inteligencia suficiente para tomar las decisiones apropiadas en el momento justo, y dispone además del carisma necesario para motivar a su gente en la dirección adecuada, de forma que sus decisiones se lleven a la práctica. ¡Qué original! Sin embargo fue más interesante lo que NO dijo. NO dijo que un líder tenga que decir a las personas lo que tienen que hacer. NO dijo que un líder tenga que controlar lo que la gente hace. Sin embargo, Sí dijo que el buen líder sabe elegir los mejores profesionales (lo cual es un arte que él domina y al que debe gran parte de su éxito) y, sobre todo, dijo que liderazgo significa desarrollo de personas.
Mi corazoncito se aceleró cuando el sexagenario gurú comentó: "My business is people development. YOUR business is people development too" (mirando a cámara y con gran énfasis cuando decía lo de "YOUR"). Abogó por la autonomía del profesional del conocimiento en la toma de decisiones y por la dirección por objetivos como esquema de gestión.
Según iba avanzando la conferencia, una imagen se formaba en mi cabeza (a veces me pasa eso) y era la de un mundo feliz: un mundo sin jefes en el que los trabajadores sólo tenían que rendir cuenta de su trabajo ante sus clientes y/o ante sus compañeros de equipo. Los problemas se resolvían en el grupo de trabajo, siendo el verdadero "jefe" el director de proyecto.
Pensando, pensando, me iba dando cuenta de que en realidad eso no es una imagen del futuro sino bien del presente. Me dije a mí misma: "Anda! Pero si yo no necesito a mi jefe para nada. Sólo quiero que me firme las vacaciones y que me deje en paz". Que tire la primera piedra quien nunca haya oído eso de "hoy he podido trabajar bien. Es que no estaba mi jefe". Pues es la verdad verdadera. Los jefes mejor pasaran todos a mejor vida (es decir, jugando al golf); para la falta que nos hacen.
El trabajador del conocimiento tiene un perfil muy definido: entusiasta, amante del cambio, se mueve por objetivos y su motivación principal no suele ser el dinero. Para funcionar necesita proyectos interesantes y siempre diferentes. Los mejores los encontrarás en empresas ágiles, con unos estándares de exigencia altos y un entorno que les dé la oportunidad de aprender de sus compañeros. También buscan un equilibrio entre su vida personal y su vida profesional, por lo que valorarán la flexibilidad de horario, la retribución "no convencional" y la posibilidad de trabajar dónde y cuándo les venga bien. Lo más importante es que NO necesitan jefes. Pero SI necesitan autonomía en la toma de decisiones y fijar ellos mismos su forma de conseguir las metas planteadas.
Si les preguntas, te dirán que el mejor jefe es aquel que se quita de en medio, aquel que no interfiere. Si les preguntas, te dirán que no saben qué es un jefe pero sí qué es un líder. Un jefe manda (y ellos no necesitan que les manden). Mientras que un líder inspira (y ellos valoran la inspiración por encima de todo).
Estando así las cosas, se me ha ocurrido escribir estas líneas para ir avisando a jefes y jefecillos de que tienen los días contados. Atención a navegantes: cualquiera puede ser jefe, pero sólo unos pocos tienen la capacidad de ser líderes, no lo olvidéis.
Por Itziar Ortega
Fuente: DatosPymes