El desarrollo personal requiere libertad psíquica: nadie puede cambiar, crecer, ni mejorar si no se siente libre. La idea de libertad psíquica, se opone al concepto de determinismo psíquico. Freud mostró que hacíamos cosas por razones que no entendíamos, pero que condicionaban fuertemente nuestro comportamiento. Esas razones se reprimían en el inconsciente y sólo podían entenderse a través de los métodos del psicoanálisis.

Pero, así como la idea de determinismo psíquico es tan útil para explicar ciertas conductas, lo es menos en otros casos. Por ejemplo, quienes estudian las ratas en los laberintos, aunque estadísticamente puedan predecir que los roedores se comportarán de una determinada manera, tal predicción no les dice nada sobre la "rata individual". En cambio, sí les dice algo acerca de las condiciones del experimento: no hay libertad en un sistema cerrado.

Algunas personas viven sus vidas limitadas por su pasado. Ven el presente de manera restringida, como una repetición del pasado. Estas personas hicieron ciertas presunciones sobre la vida, antes de que pudiesen hacer elecciones racionales ante cada situación. Operan dentro de un sistema cerrado y sin libertad. Como consecuencia, el presente las frustra continuamente.

Para desarrollarnos como personas, debemos ir más allá de las limitaciones y vivir en un sistema abierto. Cuando reconocemos el presente por su singularidad, tanto como por ciertas similitudes con el pasado, experimentamos la libertad psíquica.

Paradójicamente, la libertad psíquica aumenta con el conocimiento de los determinantes psíquicos de la conducta individual. Nos volvemos más libres cuando comprendemos cuán esclavos somos. Cuanto más sabemos acerca de lo que exactamente está influyendo en nuestras conductas, más podemos usar esa información para tomar decisiones.

Cuando esquío, me siento libre. Es una experiencia estimulante. Cuando bajo por la pista, tengo una opción después de otra. A veces, las opciones son forzadas. Por ejemplo, cuando esquío en una pendiente muy pronunciada, la necesidad de decisiones apropiadas se incrementa en forma drástica. Sin embargo, aún puedo escoger no pasar por tal pista.

A pesar de tener ciertas opciones, el rango es limitado. Polvo o hielo restringen mi opción, porque no sé usarlos a mi favor. Ciertos esquiadores, sin embargo, describen con deleite el sentido de ingravidez, o velocidad, que logran al esquiar sobre tales tipos de nieve. Estos esquiadores disfrutan la tensión que se produce al tener límites e intentar ir más allá de ellos. Enceran sus esquíes para ir más rápido y afilan sus bordes para ganar control.

Los buenos esquiadores, como las personas, experimentan la libertad psíquica junto con el reconocimiento de los límites a sus opciones. Cuanto más saben, más opciones tienen para bajar una montaña. Si quieren velocidad, pueden bajar casi en línea recta. Si quieren control, pueden encontrar la manera más segura. Si quieren conocer, pueden probar nuevas áreas o condiciones. La libertad psíquica es experimentar la opción y ser conscientes de los límites de esa opción.

Cuanto más consciente es uno, más libre es.
Aquellos esquiadores que no son conscientes, tienen poco sentido de libertad. Pueden desear escoger una dirección, pero la opción no funciona. Sienten frustración, en lugar de libertad. Para quienes apenas empiezan, los esquíes van en una dirección y ellos en otra, o cada esquí en una dirección opuesta. Se ven continuamente frustrados por la limitación de su conocimiento y los requisitos reales de la pendiente. Pueden intentar esquiar como caminan, transfiriendo viejos modelos para lidiar con la nueva situación, pero se caen porque esa no es la manera de esquiar.

Este artículo no pretende resolver para siempre los problemas de libertad contra determinismo, pero sí se atreve a sugerir que el problema de la libertad -o de la restricción- es a menudo determinado por el punto de vista de cada uno. Cuando se observa desde el punto de vista de un sistema cerrado, los elementos dentro del sistema son restringidos entre sí. Mientras que, cuando se observa desde el punto de vista de uno abierto, los elementos no se condicionan totalmente entre sí.

Tomemos el ejemplo de un esquiador bajando una cuesta. La cuestión puede plantearse como: ¿Cuál es la ruta más rápida para bajar? Evidentemente, la ruta de menor fricción, más pronunciada y más corta, será la ruta más rápida. Esto podría ser considerado un sistema cerrado para el análisis, con variables ya determinadas. Pero hay factores en el esquiador que podrían indicarnos que la ruta escogida podría no ser la más rápida para él (puede necesitar control y la ruta más veloz no ser conveniente a su estabilidad, o la pendiente más pronunciada podría representar un retraso por riesgo de caídas, etc...). El análisis debe entonces abrirse, para incluir las variables del esquiador.

Cuando limitamos el análisis de una situación a las condiciones externas, podemos perder de vista factores importantes que pueden cambiar los resultados. Por lo tanto, debemos encontrar la información de nuestras opciones no solamente en el conocimiento de las condiciones, sino también en el propio conocimiento de nosotros mismos. Sólo cuando estos conocimientos están en armonía, los esquiadores recorren la pista más rápido.

También experimento libertad cuando navego. Moverme a través del agua gracias al poder del viento me llena de satisfacción. No tengo que ir donde el viento me lleva. Puedo navegar "en" el viento, es decir, incluso puedo mover mi barco hacia donde proviene el viento. Al contrario del esquiador, que no puede ir contra la fuerza de gravedad.

Podría comparar el crecimiento psíquico con navegar. Al avanzar en mi desarrollo personal, me doy cuenta del ejercicio de fuerzas del pasado. Puedo continuar avanzando en la dirección que estas fuerzas me empujan, como si sólo pudiese navegar "de popa". O puedo moverme conscientemente contra las fuerzas de mi pasado hacia nuevas áreas.

Así como el navegante no puede entrar directamente contra el viento, porque la vela pierde su forma, nosotros no podemos ir directamente contra nuestro pasado, pero podemos usarlo para empujarnos hacia una nueva dirección... sólo si somos conscientes de dónde provienen esas influencias. El navegante que no conoce la dirección del viento no va a ninguna parte. De la misma manera, aquellas personas que no son conscientes, no conocen las fuerzas que actúan en su vida; flotan, son empujadas y algunas veces se hunden... Y cuanto más se quedan en el pasado, menos capaces son de vivir en el presente.

Necesitamos ser conscientes de que el presente no es una re-edición del pasado y ver los nuevos aspectos de la situación. Aceptar el presente por lo que es, en lugar de forzarlo hacia estructuras aprendidas en el pasado exige muy buena predisposición.

Finalmente, un navegante necesita un timón para dirigir el barco. El timonel que hace movimientos demasiado violentos, retrasa el barco por la fricción aumentada del agua. Al igual que el timonel, cuando nos movemos suavemente a través de la vida, sin alteraciones violentas en nuestro rumbo, avanzamos con menos conflictos. En parte, la libertad significa llegar dónde queremos y cuándo queremos llegar allí. Muchas personas interpretan de manera diferente la libertad y se encuentran luego en un permanente movimiento caótico, que las inmoviliza.

La libertad es avanzar, usando las fuerzas en nuestras vidas a nuestro favor. Cuando integramos las fuerzas de nuestro pasado en el presente, el pasado puede trabajar para nosotros en lugar de contra nosotros. Cuando somos conscientes, incluso podemos usar a nuestro favor esas fuerzas que parecen ir contra nosotros!

Inspiración.

"Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana cada uno. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos las ideas, entonces ambos tendremos dos ideas"

Bernard Shaw