Desilusionarse no es más que una cuestión de perspectiva... aunque me tomó mucho tiempo comprender esto! Yo creía que si alguien hacía algo que no me gustaba, o si no era feliz con alguna situación en la que me encontraba, entonces tenía el derecho de sentirme defraudado y desilusionado. Por supuesto, la desilusión siempre me llevaba a sentirme enojado, deprimido, o frustado. Después de todo, la situación no había evolucionado como lo esperaba, o la persona no se había comportado como yo deseaba. Por consiguiente, no me sentía nada bien.
¡Nunca hubiera pensado que podía ser "mi percepción del asunto" lo que estaba causando mi desilusión... Y mucho menos que pudiera controlarla!
Lentamente, comencé a comprender que esas cosas que podían perturbarme, no molestaban a nadie más! Y también, que cosas que eran un gran problema para otros, no me afectaban para nada. ¿Qué estaba sucediendo?
Obviamente no podía ser la situación, ya que era la constante de la ecuación. Lo que cambiaba, era quién interpretaba la situación. Fue entonces que me hice esta pregunta:
¿Podía cambiar mi manera de percibir,
y por consiguiente, cambiar mi reacción emocional?
Descubrí que sí era posible. No controlaba necesariamente lo que me sucedía, pero definitivamente controlaba cómo responder a esas situaciones. Jugando un poco con esta idea, empecé a enfocarme en las personas de mi trabajo: mis empleados y los clientes. Las personas a nuestro alrededor son grandes "espejos" (para ver cómo pensamos y nos comportamos) y pueden ser grandes educadoras!
Presaba mucha atención a las cosas de las que se quejaban, y a las razones detrás de su desilusión o enojo. De esta manera, percibía a través de sus ojos... lo que me obligaba a tomar distancia de la situación y ver una imagen más grande de la misma. Lo que siempre recibí de este ejercicio, fue una perspectiva diferente...
Lo que vi, una y otra vez, es que cuando la mayoría de nosotros se perturba, lo hace por una sola y única razón: el universo no está comportándose como creíamos que debía comportarse. Por ejemplo, puede suceder que alguien no le trate de la manera en que espera... O que nuestros sueños no resulten como deseamos.... O que la inversión no rinda de la manera en que calculamos lo haría... O que alguien se muera, antes del momento en que creíamos que debía morirse: es tan fuerte como esto.
Es triste, pero al mismo tiempo, no tenemos la "opción" de decidir acerca de TODO... Y cuando nos defraudamos, nunca nos detenemos a pensar que son nuestras percepciones -o creencias- las que están equivocadas... En cambio, pensamos que es el Universo el que está equivocado... o que complota contra nosotros!
Entonces... ¿cómo cambiamos nuestras percepciones y creencias?
Conociéndolas y dándonos cuenta de lo que ellas son.
Cuando se decepcione, piense en lo siguiente: ¿qué percepción o creencia suya está siendo contradecida? Vaya despacio cuando haga esto: oblíguese a ver una imagen más grande de lo que está ocurriendo. Esfuércese por ver esa situación desde una nueva perspectiva, y busque no reaccionar "culpando" inmediatamente al otro -o a la vida- por lo que ocurre.
Cuanto más haga esto, menos se sentirá defraudado... porque dejará de tomar las cosas de manera tan personal. Además, entenderá que la manera en las cosas resultan, es la manera en que se supone que resulten (estén los resultados de acuerdo -o no- con sus creencias). Le llevará a sentirse más al mando de sus emociones, así como de sus conductas y acciones. También, será capaz de usar cualquier desafío como una oportunidad -de crecer y desarrollar su vida- porque la desilusión no lo derribará continuamente.
Perspectiva
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- Escrito por Diego Gomez