Comúnmente, el término "dominio" significa dominación -o poder- sobre las personas, o sobre las cosas. Pero esta palabra también admite un significado más positivo...
"Dominio" hace referencia a un nivel especial de destreza. Un maestro artesano, por ejemplo, no ejerce "dominación" sobre la alfarería, o el tejido. Pero su dominio de esas artes permite que los mejores cuencos -o telas- salgan del taller. Análogamente, el dominio personal sugiere un nivel especial de destreza en cada aspecto de la vida, a nivel personal y también profesional.
El arte del dominio personal no es otra cosa que el compromiso que tiene una persona con su propio crecimiento.
Las personas con alto nivel de dominio personal comparten varias características:
- tienen un sentido especial del propósito que subyace en sus visiones y metas. Para esas personas, una visión es una vocación y no sólo una buena idea.
- ven la "realidad actual" como un aliado, no como un enemigo. Han aprendido a percibir las fuerzas del cambio y a trabajar con ellas en vez de resistirlas. Son profundamente inquisitivas y desean ver la realidad con creciente precisión.
- se sienten conectadas con otras personas y con la vida misma. Sin embargo, no sacrifican su singularidad, sino que se sienten parte de un proceso creativo más amplio, en el que procuran influir sin controlarlo unilateralmente.
El dominio personal es un rasgo de madurez. Las personas maduras construyen y defienden valores profundos, comprometiéndose con metas trascendentes, siendo abiertas, ejercitando el libre albedrío y buscando continuamente una imagen precisa de la realidad.
Siendo así, ¿quién podría resistirse a los beneficios del dominio personal? Aunque cueste creerlo, muchas personas y organizaciones se resisten...
Para las personas, comprometerse con el pleno desarrollo de sus vidas constituye un abandono radical de "echarle la culpa al otro". Es muy fácil y cómodo culpar a las circunstancias externas por nuestros problemas y pensar que "alguien" (los competidores, la prensa, el mercado, el país, el gobierno) nos perjudicó. Cuando abordamos el dominio personal, descubrimos que "no hay un culpable externo", sino que nosotros y la causa de nuestros problemas formamos parte de un solo sistema. Esto es muy difícil de aceptar para algunas personas.
En tanto, muchas organizaciones temen que el dominio personal amenace el orden establecido de una compañía "bien administrada". Este es un temor válido, ya que otorgar poder a la gente dentro de una organización no alineada puede ser contraproducente. El problema es que, en lugar de comprometerse seriamente con la definición de sus metas y valores y la alineación de sus sistemas y procesos a ellos, la mayoría de las organizaciones opta por continuar "administrando" la rutina y el día a día.
El compromiso es un elemento esencial del dominio personal, porque su desarrollo constituye una disciplina: una serie de prácticas y principios que deben aplicarse para ser útiles. Así como alguien llega a dominar un arte mediante la práctica continua, ciertos principios y prácticas específicas sientan las bases para expandir continuamente el dominio personal. A medida que los individuos practican la disciplina del dominio personal, varios cambios les acontecen gradualmente. Muchos de ellos son sutiles y pasan inadvertidos, pero muchos otros ejercen una gran influencia en sus entornos.
Quizás, uno de los aspectos más profundos del dominio personal esté expresado en este pensamiento:
"El ser humano se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos, como algo separado del resto. Una especie de ilusión óptica de nuestra conciencia. Esta ilusión es como una cárcel que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto por las pocas personas próximas a nosotros. Nuestra tarea debe consistir en liberarnos de esta cárcel, ensanchando nuestro círculo, para abrazar a todas las criaturas vivientes y la totalidad de la naturaleza en su belleza".
- Albert Einstein -