Se hizo una investigación sobre el liderazgo frente a la crisis del año 2001 en Argentina, de la cual surgieron varias conclusiones interesantes sobre la actitud de los líderes.
La investigación incluyó el análisis de atributos basándose en el modelo de Dave Ulrich. Se buscó comprender cómo un líder fijaba el rumbo, cómo demostraba su carácter personal, cómo promovía la dedicación individual de sus colaboradores y cómo generaba capacidad organizacional.
Los resultados demostraron que, en las multinacionales los líderes no tenían autonomía para fijar el rumbo. En cambio, los líderes locales buscaban permanentemente alternativas y estaban claramente orientados hacia superar las turbulencias, cambiando de dirección cuantas veces fuera necesario para sobrevivir.
Resultó interesante el perfil de liderazgo que iban modelando los dos tipos de empresas. En las globales, se observaba un accionar cada vez más operativo, sin espacio para la innovación, donde se premiaba a los líderes obedientes que seguían las instrucciones. Aquellos que deseaban salir un poco del rumbo parecían una molestia.
Así, esas grandes empresas perdieron muchos talentos, equivocándose en los programas de reducción de costos y despidiendo a verdaderos líderes que durante y pasada la crisis podrían haber aportado valor a los proyectos. En definitiva, estas compañías terminaron "perdiendo músculo en vez de grasa".
En cuanto a la capacidad organizacional, las grandes empresas eran cada vez más matriciales. Cada líder debía dedicar mucho tiempo a reportar a varios jefes a la vez. Las empresas locales, por el contrario, demostraron mucha más flexibilidad. Los líderes reaccionaban, atendían los problemas en forma directa y actuaban en el momento.
Entonces, de alguna manera la crisis terminó por definir dos estilos de liderazgo:
- Líderes que sólo eran implementadotes de estrategias corporativas.
- Líderes que eran emprendedores con iniciativas propias.