Estemos donde estemos, o hagamos lo que hagamos, siempre nos encontramos con personas "difíciles". Nos cuesta mucho relacionarnos con ellas: O son extremadamente quisquillosas; o parece no importarles nada; o no pueden ser molestadas; o son remarcablemente egocéntricas y desconsideradas...

¿Qué pasa con estas personas? ¿De qué planeta son? ¿Les place ser desagradables y poco cooperativas? ¿Cómo se puede ser tan insensible? ¿Están ciegas? ¿Qué necesitan para darse cuenta? ¿Qué problema tienen? Estas son algunas de las preguntas que solemos hacernos -y solemos hacer a los demás- acerca de estas personas. Evidentemente, tienen el potencial de quitarnos una enorme cantidad de tiempo y energía, al hacernos hablar y hablar de sus actitudes, pero (más que gastar muchísimo oxígeno)... ¡nada parece cambiar!

Cuando estamos junto a ellas no somos felices: nos encontramos sin opciones, resignados a que las cosas no mejoren y viviendo una frustración continua, que no es buena para nuestro bienestar. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Permítanos sugerirle un enfoque diferente. Uno que se centra en la manera en que estamos observando, y que está basado en la siguiente premisa:

No conocemos cómo son las cosas, sólo sabemos cómo las observamos.

Cada uno de nosotros tiene su propia perspectiva de las situaciones que vive. Eso es todo lo que tenemos: nuestra perspectiva. Nuestra perspectiva son nuestras "interpretaciones". Reaccionamos, respondemos y operamos desde nuestra perspectiva... pero muy raramente somos conscientes de la perspectiva que tenemos acerca de alguien, ni de cómo ésta dirige nuestras conductas. Uno de los procesos de aprendizaje más poderosos que podemos emprender, comienza por mirarnos. Esto nos permite preguntarnos, en primer lugar, "¿cómo estamos observando las cosas?" y luego, "¿cómo llegamos a observarlas como lo hacemos?"

Echemos una mirada, para ver de qué está compuesta nuestra perspectiva... Esencialmente está hecha de opiniones: acerca de "cómo pensamos que son las cosas", de "cómo deberían ser", y de "cómo podrían ser". El conjunto de esas opiniones, es la norma bajo la cual vivimos... A lo largo de nuestra vida, "tejemos" todas nuestras opiniones -de una manera muy coherente- dentro de nuestra historia. Pero nunca observamos el proceso fundamental que formó nuestra perspectiva.

Si pudiésemos ajustar algunas de nuestras opiniones, podríamos tener una perspectiva diferente y -también- una manera diferente de comportarnos. Sólo cuando estamos dispuestos a inspeccionar nuestra perspectiva y observar el proceso que la formó, podemos plantearnos:

¿Qué es eso que hace, alguien difícil para nosotros?

Eso que hace alguien difícil para nosotros, es que no vive según nuestras normas y expectativas, y -para colmo de males- no somos capaces de influenciarle a hacerlo... ¡Esto hace sonar todas nuestras "alarmas", porque nuestras normas definen nuestra dignidad e integridad! Definen el lugar y la manera de "pararnos" en esta vida. Y cuando sentimos que nuestras normas son "violadas", tenemos una respuesta emocional. Esta respuesta puede ser instantánea, o puede transformarse en un estado de ánimo mucho más duradero, que viviremos cada vez que tengamos que lidiar con la persona difícil.

Los estados de ánimos "colorean" la manera en que vemos nuestra vida. Los estados de ánimo negativos, son lo suficientemente poderosos como para atraparnos siempre en la misma perspectiva. Además, como nuestros estados de ánimo están en nuestro cuerpo, también tenemos una reacción física, reflejada por nuestra respiración, la tensión muscular y la postura.

La manera tradicional de tratar a alguien "difícil", es apuntarle con el dedo y hablarle de las características inaceptables de su conducta. Al permitirnos mirar nuestra propia perspectiva, podemos adoptar otro enfoque: uno que comience por apuntar el dedo hacia nosotros mismos y por reconocer "cómo estamos observando las cosas". Es fundamental recordarnos continuamente que -aquello que observamos- es sólo una interpretación y, si bien pensamos que tenemos la "interpretación correcta"... la nuestra no es más que una entre miles!

Es muy fácil caer en la trampa de ver nuestras interpretaciones como "hechos". En parte sucede, porque encontramos que otras personas también tienen similares interpretaciones. Pero esto sólo significa "consenso", lo cual puede cegarnos a desarrollar caminos innovadores para lidiar con problemas complejos.

¿Qué podemos hacer?

Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿cómo podemos influenciar para mejorar las cosas, aún con la persona más intratable y "recalcitrante"? Las siguientes re-visiones, nos ayudarán a observar nuestras observaciones:

Revisión de normas: Clarifique la relación que está viviendo con la otra persona. ¿Cuál es la norma (los valores centrales, o el criterio para una conducta aceptable), que está siendo "violada"? ¿Cuán importantes son esos valores para usted? ¿Desea aferrarse a ellos a toda costa? Quizás su norma no sea negociable, pero la forma en que esa persona "cumple" su norma podría serlo... Quizas estemos atrapados en la opinión de cómo esa persona debería cumplir nuestra norma, como si existiera un "único camino correcto". Las normas por las cuales vivimos, juegan un rol paradójico en nuestras vidas. Son indispensables y definen "quiénes y cómo deseamos Ser"... pero también nos atrapan en una rígida e inflexible manera de observar las situaciones!

Algo que bien vale una inspección: nuestra creencia que la otra persona conoce tan claramente nuestra norma como nosotros. O que esa norma debería ser tan importante para ella, como lo es para nosotros...

Revisión de estados de ánimo: ¿Qué estado de ánimo vive con esta persona (cuando piensa en ella, cuando alguien la menciona, cuando está en su presencia)? ¿De qué color podría decir que es su estado de ánimo? ¿Qué consecuencias tiene, este estado de ánimo, con la calidad de sus pensamientos y relaciones, con su calidad de vida? ¿Cuánto de ese estado de ánimo se "infiltra" en otras situaciones de su vida?

Nuestro pensamiento habitual -acerca de los estados de ánimo- es que no podemos hacer nada con ellos. ¿Dónde aprendimos eso? No somos "títeres", por lo que es bueno preguntarse: ¿quién dirige nuestra vida emocional?

Revisión de nuestro cuerpo: Nuestra respiración, y las maneras sutiles en que configuramos nuestros músculos (los cuales influencian en todas nuestras posturas), tienen un enorme -pero subestimado- impacto en la manera que observamos. Cualquier historia negativa que vivamos es corporalizada, lo que contamina nuestra efectividad al relacionarnos con otros. ¿Cómo nos paramos, cuán rígidos estamos, cuán profundamente respiramos? Cualquier estado de ánimo negativo, se evidencia en un cambio de postura y respiración.

Revisión del mensaje: Es fácil asumir que estamos siendo claros acerca de lo que queremos, pero ¿desde qué perspectiva? ¿Han sido nuestros pedidos expresados claramente y sin ambigüedad, al punto de existir una comprensión compartida -con la otra persona- de lo que pedimos? ¿Hablamos desde nuestras propias preocupaciones -apuntando nuestro dedo hacia nosotros- en lugar de "acusar" apuntándolo al otro? ¿Sentimos que aquello que queremos es válido y valioso, sin sobre-estimarlo?

Revisión de la perspectiva: También podríamos llamar a este punto "nuestra perspectiva de su perspectiva" O sea... ¿cómo piensa usted, que la otra persona está viendo las cosas? ¿Cómo piensa que le ve a usted? ¿Qué sucede en su mundo? ¿Parece feliz? ¿Tiene una opinión positiva de sí misma? ¿En qué estado de ánimo vive?... ¿Cómo incorporamos todas estas consideraciones en nuestro enfoque?

Una reflexión final

Es muy fácil subestimar la complejidad de las "dinámicas" presentes en una interacción humana. No somos máquinas, sino entidades biológicas complejas, algunas veces altamente impredecibles, pero -sobre todo- cada uno de nosotros es un misterio, tanto para nosotros como para los demás...

De nuestra capacidad para develar ese misterio, depende nuestra efectividad personal y profesional.

Los Coaches Ontológicos son capaces de mostrar a las personas la manera en que sus formas de SER las limitan, para ser más efectivas y llevar una vida más plena y significativa. Construyendo confianza y estableciendo relaciones respetuosas, los coaches ontológicos les posibilitan:

  • volverse más conscientes de las interpretaciones en las que viven
  • explorar diferentes maneras de observar circunstancias de sus vidas
  • ver nuevas posibilidades de acción más constructivas, que no se habían revelado previamente

Inspiración.

"Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana cada uno. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea, e intercambiamos las ideas, entonces ambos tendremos dos ideas"

Bernard Shaw