Leyendo a Leonardo Wolk y su libro "El arte de soplar las brasas en acción", me encontré con esta reflexión y la comparto con ustedes, colegas y amigos.
Un hombre tenía un sembrado con las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Año tras año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en la región.
Un día se acercó a él un periodista para preguntarle el secreto de su éxito y el hombre contestó:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren.
- ¿Cómo? -dijo el periodista- pero eso es una locura. ¿Por qué comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted también participa en el mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su prestigio?
- Verá usted señor -dijo el floricultor-: el viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro. Si mis vecinos cultivaran una semilla de calidad inferior, la polenización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo ayudar a que mi vecino también lo haga.
Y sí, lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida... Y comparto la idea que compartir nuestras mejores semillas de cualidades y virtudes hace a una próspera cosecha que se verá reflejada en una mejor sociedad. ¿No te parece? Llevándolo al plano de lo que hacemos a diario, qué bueno es compartir las "perlas" de nuestros proyectos, ¿no?